...sentado mirando al vacío se marchan las largas horas de mi vida, amurallada por aquellos pesamientos y el momento de tu adiós, se marchita como prisionera de una cárcel con tu nombre. Soy prisionero de tus ojos desde el momento en que te vi, y sí, aquí sigo encarcelado sin poder desprenderme de tu aroma que embriaga la única piel que me dejaste, tu segundo tú tintado de rojo, quién sabe si por tu amor o por las lágrimas derramadas desde lo más profundo de mi corazón.
Cada día, cada hora y cada minuto es tuyo, y por mucho que lo intente, jamás consigo perderte. ¿Dónde estás, pequeño ser verde que me llenabas de esperanza?, dónde sino, en lo más profundo de mi imaginación...
No ceso de llorar, no ceso de rogar, y quien fuere que debiera a mí acercarte es un chancho mitificado por mis oraciones de dolor.
La desesperación me llena de vacío, un vacío que la angustia rellena, una angustia que me lleva a la amargura, y esta al dolor más intenso. Te fuiste y me perdí. Cada día de mi ser, de lo más profundo de mí nace una frase de amor y un suspiro de ilusión que se apagan con la imagen triste de tus fotografías. No consigo olvidarte, pero es que a veces tampoco lo quiero así... Me siento abandonado y el abandono ha hecho de mí un ser cruel que te imaginaba más allá, más allá de la vida, allá, aquel lugar donde solo tú, donde solo podrás ver y descubrir lo que te amé, lo que te amo, y lo que te amaré. Cuando dejes este mundo, antes o después, descubriás lo que eres para mí, dónde estás y cómo me quedé.
La vida, llamémosla así, se empeña en enseñarme que estás ahí, enclavado en el mismo lugar, no sé si como mensajera de mis peticiones o como puta vieja y sabia que insiste en abrir las heridas, heridas tan profundas que ya ni siquieta sanan. No lo sé, no sé nada... es, claro, la incetidumbre máxima del ser humano, desdichado por no saber cuál será su futuro. El mío, seguro, a tu lado, más antes que después, yo estaré junto a ti, aunque solo sea un minuto, y descubrirás, tú, lo mucho que añorar cansa el corazón.
Tus dedos son el color de mi piel, tus ojos mi ilusión y tu voz mi felicidad, me llenas de vida, y solo tengo envidia de verte tan lejos, lejísimos de mí, allá donde nada quieres saber más que solo fui uno más para ti.
Si tan solo comprendieses que lo que 'otros' fueron para ti, tú lo eres para mí, caerías arrodillado a tu cama para ponerte en mi piel y pensar en lo mucho que te echo de menos. Solo una vez más, tu voz...
Cada día, cada hora y cada minuto es tuyo, y por mucho que lo intente, jamás consigo perderte. ¿Dónde estás, pequeño ser verde que me llenabas de esperanza?, dónde sino, en lo más profundo de mi imaginación...
No ceso de llorar, no ceso de rogar, y quien fuere que debiera a mí acercarte es un chancho mitificado por mis oraciones de dolor.
La desesperación me llena de vacío, un vacío que la angustia rellena, una angustia que me lleva a la amargura, y esta al dolor más intenso. Te fuiste y me perdí. Cada día de mi ser, de lo más profundo de mí nace una frase de amor y un suspiro de ilusión que se apagan con la imagen triste de tus fotografías. No consigo olvidarte, pero es que a veces tampoco lo quiero así... Me siento abandonado y el abandono ha hecho de mí un ser cruel que te imaginaba más allá, más allá de la vida, allá, aquel lugar donde solo tú, donde solo podrás ver y descubrir lo que te amé, lo que te amo, y lo que te amaré. Cuando dejes este mundo, antes o después, descubriás lo que eres para mí, dónde estás y cómo me quedé.
La vida, llamémosla así, se empeña en enseñarme que estás ahí, enclavado en el mismo lugar, no sé si como mensajera de mis peticiones o como puta vieja y sabia que insiste en abrir las heridas, heridas tan profundas que ya ni siquieta sanan. No lo sé, no sé nada... es, claro, la incetidumbre máxima del ser humano, desdichado por no saber cuál será su futuro. El mío, seguro, a tu lado, más antes que después, yo estaré junto a ti, aunque solo sea un minuto, y descubrirás, tú, lo mucho que añorar cansa el corazón.
Tus dedos son el color de mi piel, tus ojos mi ilusión y tu voz mi felicidad, me llenas de vida, y solo tengo envidia de verte tan lejos, lejísimos de mí, allá donde nada quieres saber más que solo fui uno más para ti.
Si tan solo comprendieses que lo que 'otros' fueron para ti, tú lo eres para mí, caerías arrodillado a tu cama para ponerte en mi piel y pensar en lo mucho que te echo de menos. Solo una vez más, tu voz...
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