Y lo vamos a llamar envidia sana:
Cuando he llegado a casa, como siempre, he corrido a ver mi blog, y me he encontrado una pequeña historia, fabulosa, con una gran foto en el blog de PPB.
Pablo nos ha hablado de un fabuloso lugar en el cual todo hemos corrido de pequeños, ya sea física o mentalemente, pero creo que todos hemos soñado con tener nuestro pequeño trozo de parcela en esa casa Victoriana del final de la Rambla.
Desde que era pequeño frecuentaba el Quemadero para ver a mi abuela, pero cuando por fin acabé residiendo allí, conocí mundos increíbles.
Creo que si gente como Rocío lee esto, estará de acuerdo en que esa zona, nuestro barrio, ha sido el que más historias nos ha proporcionado.
Recuerdo las meriendas sentados bajos los árboles de la Molineta, recuerdo mi primer beso sobre una roca, recuerdo bajar esas balsas, recuerdo saludar a los 'Jipis' (escrito a mi manera), que viven en lo alto de los cerros, algunos zorros correteando, recuerdo comer azafaifas, (asqerosas), plantar árboles, que planté ... recoger almendras, proteger plantas autóctonas, pasear a mi perro, al perro de mi vecino policía. Recuerdo las historias que me contaba Manolo, recuerdo el yeso, las flores, el aire limpio, los arbustos donde los gays escondían sus revistas (que yo las tiraba a malaleche). Y por supuesto recuerdo la casa. He soñado tanto con esa casa...
Soñaba que la compraba, soñaba que la restauraba, y sobre todo soñaba que mi habitación estaba en esa pequeña habitación que hay en lo más alto.
Creo que todos tenemos historias que contar ...
Y sigo reivindicando que ahí debería hacerse un parque grande, y esa casa debería ser un monumento cultural. Pero la pena es que no haya decendencia.
Pablo, mi gran amigo Pablo. Gracias por recordarme ese lugar y por hacerme saber que todos hemos sido fan de ese lugar, testigos de nuestros fantasmas infantiles.
Quiero volver. Volvamos.
