Cuentan que un día un discípulo, al ver a su maestro muy sonriente, a pesar de los muchos problemas que sabía que sufría últimamente, le preguntó:
-Maestro, ¿cómo consigues estar siempre tan alegre y contento?
El maestro le respondió:
-Querido discípulo, no hay grandes secretos para esto. Cada mañana cuando me despierto, me hago la misma pregunta: ¿Qué elijo hoy, estar alegre o estar triste?, Y siempre, hijo mío, escojo la alegría.
10 de septiembre de 2009, 12:54
un maestro muy sabio. Vivan los vasos medio llenos ^^